lunes, 26 de noviembre de 2012

LOS MEJORES RELATOS DE TERROR LLEVADOS AL CINE1


LOS MEJORES RELATOS DE TERROR LLEVADOS  AL CINE
LOS LADRONES DE CADÁVERES.
AUTOR. Robert L. Stevenson.
IDEA PRINCIPAL. En este cuento su autor nos habla de cuan lejos puede llegar un hombre por sus ambiciones y por otro lado, del miedo de esos mismos hombres de que sus víctimas  regresen a martirizarlos.
PERSONAJES.
·         Fettes
·         Wolfe Macfarlane
RESUMEN.
El cuento narra la oscura historia de un estudiante de medicina de Reino Unido, que se ve involucrado en el negocio ilegal de la profanación de cuerpos para su posterior estudio. La historia comienza en un tiempo posterior a los hechos relatados a lo largo de la historia, en una posada de Dobenham, donde un empresario fúnebre, el dueño de la posada, Fettes y el narrador del cuento, se encuentran reunidos. En ese sitio, ocurre la aparición de un tal Doctor Macfarlane, quien despierta el asombro y los nervios de Fettes. En este momento, se deja ver que algún hecho de implicancia ocurrió en tiempos pasados entre Fettes y el Dr. Macfarlane. Esta situación inicial culmina con la rápida huida del Doctor, y la posterior salida de Fettes de la escena, dejando la intriga en el lector y en el resto de los personajes. Rápidamente, el personaje narrador (presente en aquella escena) comienza con la recapitulación de los hechos pasados, y expone los hechos ocurridos entre Fettes y Macfarlane. La historia, desde este punto en adelante, repasa a Fettes desde sus estudios de medicina en Edimburgo, los giros que ocurren alrededor de Fettes y su profesión y los sucesos a los que conducen. El giro de interés en la historia de Fettes como próspero estudiante de medicina, ocurre cuando éste, conducido por un profesor llamado Mr. K, y asistido en ocasiones por Macfarlane, se introduce en el sórdido mundo del tráfico de cadáveres que eran utilizados para su estudio.

EL GATO NEGRO
AUTOR. Edgar Allan Poe.
IDEA PRINCIPAL. La historia de un hombre cuya vida se ha visto transformada por la superstición y el miedo a las consecuencias de sus actos.

PERSONAJES.  
·         El hombre
·         El gato
·         La esposa
RESUMEN.
Desde la infancia me destaqué por la docilidad y bondad de mi carácter. La ternura que abrigaba mi corazón era tan grande que llegaba a convertirme en objeto de burla para mis compañeros. Me gustaban especialmente los animales, y mis padres me permitían tener una gran variedad. Pasaba a su lado la mayor parte del tiempo, y jamás me sentía más feliz que cuando les daba de comer y los acariciaba. Este rasgo de mi carácter creció conmigo y, cuando llegué a la virilidad, se convirtió en una de mis principales fuentes de placer. Aquellos que alguna vez han experimentado cariño hacia un perro fiel y sagaz no necesitan que me moleste en explicarles la naturaleza o la intensidad de la retribución que recibía. Hay algo en el generoso y abnegado amor de un animal que llega directamente al corazón de aquel que con frecuencia ha probado la falsa amistad y la frágil fidelidad del hombre .Me casé joven y tuve la alegría de que mi esposa compartiera mis preferencias. Al observar mi gusto por los animales domésticos, no perdía oportunidad de procurarme los más agradables de entre ellos. Teníamos pájaros, peces de colores, un hermoso perro, conejos, un monito y un gato. Este último era un animal de notable tamaño y hermosura, completamente negro y de una sagacidad asombrosa. Al referirse a su inteligencia, mi mujer, que en el fondo eran un poco supersticiosa, aludía con frecuencia a la antigua creencia popular de que todos los gatos negros son brujas metamorfoseadas. No quiero decir que lo creyera seriamente, y sólo menciono la cosa porque acabo de recordarla. Plutón tal era el nombre del gato se había convertido en mi favorito y mi camarada. Sólo yo le daba de comer y él me seguía por todas partes en casa. Me costaba mucho impedir que anduviera tras de mí en la calle. Nuestra amistad duró así varios años, en el curso de los cuales (enrojezco al confesarlo) mi temperamento y mi carácter se alteraron radicalmente por culpa del demonio. Intemperancia. Día a día me fui volviendo más melancólico, irritable e indiferente hacia los sentimientos ajenos. Llegué, incluso, a hablar descomedidamente a mi mujer y terminé por infligirle violencias personales. Mis favoritos, claro está, sintieron igualmente el cambio de mi carácter. No sólo los descuidaba, sino que llegué a hacerles daño. Hacia Plutón, sin embargo, conservé suficiente consideración como para abstenerme de maltratarlo, cosa que hacía con los conejos, el mono y hasta el perro cuando, por casualidad o movidos por el afecto, se cruzaban en mi camino. Mi enfermedad, empero, se agravaba pues, ¿qué enfermedad es comparable al alcohol?, y finalmente el mismo Plutón, que ya estaba viejo y, por tanto, algo enojadizo, empezó a sufrir las consecuencias de mi mal humor .Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoníaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un corta plumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad. Cuando la razón retornó con la mañana, cuando hube disipado en el sueño los vapores de la orgía nocturna, sentí que el horror se mezclaba con el remordimiento ante el crimen cometido; pero mi sentimiento era débil y ambiguo, no alcanzaba a interesar al alma. Una vez más me hundí en los excesos y muy pronto ahogué en vino los recuerdos delo sucedido. El gato, entretanto, mejoraba poco a poco. Cierto que la órbita donde faltaba el ojo presentaba un horrible aspecto, pero el animal no parecía sufrir ya. Se paseaba, como de costumbre, por la casa, aunque, como es de imaginar, huía aterrorizado al verme. Me quedaba aún bastante de mi antigua manera de ser para sentirme agraviado por la evidente antipatía de un animal que alguna vez me había querido tanto. Pero ese sentimiento no tardó en ceder paso a la irritación. Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la  perversidad  . La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en momentos en que cometía una acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída final. Y el insondable anhelo que tenía mi alma de vejarse a sí misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer mal por el mal mismo, me incitó a continuar y, finalmente, a consumar el suplicio que había infligido a la inocente bestia. Una mañana, obrando a sangre fría, le pasé un lazo por el pescuezo y lo ahorqué en la rama de un árbol; lo ahorqué mientras las lágrimas manaban de mis ojos y el más amargo remordimiento me apretaba el corazón; lo ahorqué porque recordaba queme había querido y porque estaba seguro de que no me había dado motivo para matarlo; lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, cometía un pecado, un pecado mortal que comprometería mi alma hasta llevarla si ello fuera posible más allá del alcance de la infinita misericordia del Dios más misericordioso y más terrible. La noche de aquel mismo día en que cometí tan cruel acción me despertaron gritos de:¡Incendio! Las cortinas de mi cama eran una llama viva y toda la casa estaba ardiendo. Con gran dificultad pudimos escapar de la conflagración mi mujer, un sirviente y yo. Todo quedó destruido. Mis bienes terrenales se perdieron y desde ese momento tuve que resignarme a la desesperanza. No incurriré en la debilidad de establecer una relación de causa y efecto entre el .Continué acariciando al gato y, cuando me disponía a volver a casa, el animal pareció dispuesto a acompañarme. Le permití que lo hiciera, deteniéndome una y otra vez para inclinarme y acariciarlo. Cuando estuvo en casa, se acostumbró a ella de inmediato y se convirtió en el gran favorito de mi mujer. Por mi parte, pronto sentí nacer en mí una antipatía hacia aquel animal. Era exactamente lo contrario de lo que había anticipado, pero sin que pueda decir cómo ni por qué su marcado cariño por mí me disgustaba y me fatigaba. Gradualmente, el sentimiento de disgusto y fatiga creció hasta alcanzar la amargura del odio. Evitaba encontrarme con el animal; un resto de vergüenza y el recuerdo de mi crueldad de antaño me vedaban maltratarlo. Durante algunas semanas me abstuve de pegarle o de hacerlo víctima de cualquier violencia; pero gradualmente muy gradualmente llegué a mirarlo con inexpresable odio y a huir en silencio de su detestable presencia, como si fuera una emanación de la peste .Lo que, sin duda, contribuyó a aumentar mi odio fue descubrir, a la mañana siguiente de haberlo traído a casa, que aquel gato, igual que Plutón, era tuerto. Esta circunstancia fue precisamente la que lo hizo más grato a mi mujer, quien, como ya dije ,poseía en alto grado esos sentimientos humanitarios que alguna vez habían sido mi rasgo distintivo y la fuente de mis placeres más simples y más puros .El cariño del gato por mí parecía aumentar en el mismo grado que mi aversión .Seguía mis pasos con una pertinencia que me costaría hacer entender al lector. Donde quiera que me sentara venía a ovillarse bajo mi silla o saltaba a mis rodillas, prodigándome sus odiosas caricias. Si echaba a caminar, se metía entre mis pies, amenazando con hacerme caer, o bien clavaba sus largas y afiladas uñas en mis ropas ,para poder trepar hasta mi pecho. En esos momentos, aunque ansiaba aniquilarlo de un solo golpe, me sentía paralizado por el recuerdo de mi primer crimen, pero sobre todo quiero confesarlo ahora mismo  por un espantoso temor al animal. Aquel temor no era precisamente miedo de un mal físico y, sin embargo, me sería imposible definirlo de otra manera. Me siento casi avergonzado de reconocer, sí, aún en esta celda de criminales me siento casi avergonzado de reconocer que el terror, el espanto que aquel animal me inspiraba, era intensificado por una de las más insensatas quimeras que sería dado concebir. Más de una vez mi mujer me había llamado la atención sobre la forma de la mancha blanca de la cual ya he hablado, y que constituía la única diferencia entre el extraño animal y el que yo había matado. El lector recordará que esta mancha, aunque grande, me había parecido al principio de forma indefinida; pero gradualmente, de manera tan imperceptible que mi razón luchó durante largo tiempo por rechazarla como fantástica, la mancha fue asumiendo un contorno de rigurosa precisión. Representaba ahora algo que me estremezco al nombrar, y por ello odiaba, temía y hubiera querido librarme del monstruo si hubiese sido capaz de atreverme; representaba, digo, la imagen de una cosa atroz, siniestra..., ¡la imagen del  patíbulo ! ¡Oh lúgubre y terrible máquina del horror y del crimen, de la agonía y de la muerte! Me sentí entonces más miserable que todas las miserias humanas. ¡Pensar que una bestia, cuyo semejante había yo destruido desdeñosamente, una bestia era capaz de producir tan insoportable angustia en un hombre creado a imagen y semejanza de Dios!¡Ay, ni de día ni de noche pude ya gozar de la bendición del reposo! De día, aquella criatura no me dejaba un instante solo; de noche, despertaba hora a hora de los más horrorosos sueños, para sentir el ardiente aliento de la cosa en mi rostro y su terrible peso pesadilla encarnada de la que no me era posible desprenderme apoyado eternamente sobre mi corazón. Bajo el agobio de tormentos semejantes, sucumbió en mí lo poco que me quedaba de bueno. Sólo los malos pensamientos disfrutaban ya de mi intimidad; los más tenebrosos, los más perversos pensamientos. La melancolía habitual de mi humor creció hasta convertirse en aborrecimiento de todo lo que me rodeaba y de la entera humanidad; y mi pobre mujer, que de nada se quejaba, llegó a ser la habitual y paciente víctima de los repentinos y frecuentes arrebatos de ciega cólera a que me abandonaba. Cierto día, para cumplir una tarea doméstica, me acompañó al sótano de la vieja casa donde nuestra pobreza nos obligaba a vivir. El gato me siguió mientras bajaba la empinada escalera y estuvo a punto de tirarme cabeza abajo, lo cual me exasperó hasta la locura. Alzando un hacha y olvidando en mi rabia los pueriles temores que hasta entonces habían detenido mi mano, descargué un golpe que hubiera matado instantáneamente al animal de haberlo alcanzado. Pero la mano de mi mujer detuvo su trayectoria. Entonces, llevado por su intervención a una rabia más que demoníaca, me zafé de su abrazo y le hundí el hacha en la cabeza. Sin un solo quejido, cayó muerta a mis pies. Cumplido este espantoso asesinato, me entregué al punto y con toda sangre fría a la tarea de ocultar el cadáver. Sabía que era imposible sacarlo de casa, tanto de día como de noche, sin correr el riesgo de que algún vecino me observara. Diversos proyectos cruzaron mi mente. Por un momento pensé en descuartizar el cuerpo y quemar los pedazos. Luego se me ocurrió cavar una tumba en el piso del sótano. Pensé también si no convenía arrojare l cuerpo al pozo del patio o meterlo en un cajón, como si se tratara de una mercadería común, y llamar a un mozo de cordel para que lo retirara de casa. Pero, al fin, di con lo que me pareció el mejor expediente y decidí emparedar el cadáver en el sótano, tal como se dice que los monjes de la Edad Media emparedaban a sus víctimas .El sótano se adaptaba bien a este propósito. Sus muros eran de material poco resistente y estaban recién revocados con un mortero ordinario, que la humedad de la atmósfera no había dejado endurecer. Además, en una de las paredes se veía la Sapiencia de una falsa chimenea, la cual había sido rellenada y tratada de manera semejante al resto del sótano. Sin lugar a dudas, sería muy fácil sacar los ladrillos en esa parte, introducir el cadáver y tapar el agujero como antes, de manera que ninguna mirada pudiese descubrir algo sospechoso. 
No me equivocaba en mis cálculos. Fácilmente saqué los ladrillos con ayuda de una palanca y, luego de colocar cuidadosamente el cuerpo contra la pared interna, lo mantuve en esa posición mientras aplicaba de nuevo la mampostería en su forma original. Después de procurarme argamasa, arena y cerda, preparé un enlucido que no se distinguía del anterior y revoqué cuidadosamente el nuevo enladrillado. Concluida la tarea, me sentí seguro de que todo estaba bien. La pared no mostraba la menor señal de haber sido tocada. Había barrido hasta el menor fragmento de material suelto. Miré en torno, triunfante, y me dije: Aquí, por lo menos, no he trabajado en vano .Mi paso siguiente consistió en buscar a la bestia causante de tanta desgracia, pues al final me había decidido a matarla. Si en aquel momento el gato hubiera surgido ante mí, su destino habría quedado sellado, pero, por lo visto, el astuto animal, alarmado por la violencia de mi primer acceso de cólera, se cuidaba de aparecer mientras no cambiara mi humor. Imposible describir o imaginar el profundo, el maravilloso alivio que la ausencia dela detestada criatura trajo a mi pecho. No se presentó aquella noche, y así, por primera vez desde su llegada a la casa, pude dormir profunda y tranquilamente; sí, pude dormir, aun con el peso del crimen sobre mi alma. Pasaron el segundo y el tercer día y mi atormentador no volvía. Una vez más respiré como un hombre libre. ¡Aterrado, el monstruo había huido de casa para siempre! ¡Ya no volvería a contemplarlo! Gozaba de una suprema felicidad, y la culpa de mi negra acción me preocupaba muy poco. Se practicaron algunas averiguaciones, a las que no me costó mucho responder. Incluso hubo una perquisición en la casa; pero, naturalmente, no se descubrió nada. Mi tranquilidad futura me parecía  asegurada. Al cuarto día del asesinato, un grupo de policías se presentó inesperadamente y procedió a una nueva y rigurosa inspección. Convencido de que mi escondrijo era  impenetrable, no sentí la más leve inquietud. Los oficiales me pidieron que los acompañara en su examen. No dejaron hueco ni rincón sin revisar. Al final, por tercera o cuarta vez, bajaron al sótano. Los seguí sin que me temblara un solo músculo. Mi corazón latía tranquilamente, como el de aquel que duerme en la inocencia. Me paseé de un lado al otro del sótano. Había cruzado los brazos sobre el pecho y andaba tranquilamente de aquí para allá. Los policías estaban completamente satisfechos y se disponían a marcharse. La alegría de mi corazón era demasiado grande para reprimirla. Ardía en deseos de decirles, por lo menos, una palabra como prueba de triunfo y confirmar doblemente mi inocencia. Caballeros dije, por fin, cuando el grupo subía la escalera, me alegro mucho de haber disipado sus sospechas. Les deseo felicidad y un poco más de cortesía. Dicho sea de paso, caballeros, esta casa está muy bien construid.. Repito que es una casa de excelente construcción.
Y entonces, arrastrado por mis propias bravatas, golpeé fuertemente con el bastón que llevaba en la mano sobre la pared del enladrillado tras de la cual se hallaba el cadáver de la esposa de mi corazón. Apenas había cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondió desde dentro de la tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios exultantes en la condenación. Hablar de lo que pensé en ese momento sería locura. Presa de vértigo, fui tambaleándome hasta la pared opuesta. Por un instante el grupo de hombres en la escalera quedó paralizado por el terror. Luego, una docena de robustos brazos atacaron la pared, que cayó de una pieza. El cadáver, ya muy corrompido y manchado de sangre coagulada, apareció de pie ante los ojos de los espectadores. Sobre su cabeza, con la roja boca abierta y el único ojo como de fuego, estaba agazapada la horrible bestia cuya astucia me había inducido al asesinato y cuya voz delatadora me entregaba al verdugo.

LA FAMILIA DEL “VURDALAK”
AUTOR. Alexia Tolstoi
IDEA PRINCIPAL. Las aventuras de un joven marqués durante un viaje de negociaciones políticas que se tropieza con una familia vampírica.
PERSONAJES.
·         Marqués de Urfé
·         La familia de Gorcha

RESUMEN.
La corriente literaria que arranca del romanticismo y que hizo del vampiro una figura cuya popularidad no ha cesado de incrementarse hasta nuestros días alcanzó también al vasto imperio ruso gobernado por los zares. Tomando como base leyendas populares eslavas acerca de estos malignos seres,
 (1817-1875), notable escritor eclipsado por la fama de su lejano pariente León, escribió los dos relatos que se reúnen en este volumen. EL VAMPIRO, centrado en la figura del upyr ruso, es un relato que puede incluirse, sin duda, entre los mejores del género. LA FAMILIA DEL VURDALAK, situada en laagreste campiña serbia, nos describe otra variante vampírica en unas páginas cuyo ritmo, atmósfera y trepidante desenlace anticipan el más inquietante cine de terror.

LOS PÁJAROS
AUTOR. Daphne du Maurier
IDEA PRINCIPAL. El demencial comportamiento de las aves que atacaban sin un motivo muy claro a los seres humanos residentes en las islas británicas.
PERSONAJES.
·         Nat Hocken
·         Su familia
RESUMEN.
Cuenta  la historia de un granjero inglés que se ve atemorizado por el acoso de los pájaros que habitan el lugar. Él será el primero en advertir que no se trata de un hecho aislado, sino que los pájaros de todo el país están organizándose en un ataque, inteligente y feroz, contra los humanos.

LA SIRENA DE LA NIEBLA
AUTOR. Ray Bradbury
IDEA PRINCIPAL. La extraña y agitada noche de los fareros con la llegada del monstruo desde los abismos del océano.
 PERSONAJES.
·         McDunn
·         Johnny
·         La criatura
RESUMEN.
Allá afuera en el agua helada, lejos de la costa, esperábamos todas las noches la llegada de la niebla, y la niebla llegaba, y aceitábamos la maquinaria de bronce, y encendíamos los faros de niebla en lo alto de la torre. Como dos pájaros en el cielo gris, McDunn y yo lanzábamos el rayo de luz, rojo, luego blanco, luego rojo otra vez, que miraba los barcos solitarios. Y si ellos no veían nuestra luz, oían siempre nuestra voz, el grito alto y profundo de la sirena, que temblaba entre jirones de neblina y sobresaltaba y alejaba a las gaviotas como mazos de naipes arrojados al aire, y hacía crecer las olas y las cubría de espuma. Es una vida solitaria, pero uno se acostumbra, ¿no es cierto? preguntó McDunn.Sí dije. Afortunadamente, es usted un buen conversador. Bueno, mañana irás a tierra agregó McDunn sonriendo a bailar con las muchachas y tomar ginebra.¿En qué piensa usted, McDunn, cuando lo dejo solo?En los misterios del mar. McDunn encendió su pipa. Eran las siete y cuarto de una helada tarde de noviembre. La luz movía su cola en doscientas direcciones, y la sirena zumbaba en la alta garganta del faro. En ciento cincuenta kilómetros de costa no había poblaciones; sólo un camino solitario que atravesaba los campos desiertos hasta el mar, un estrecho de tres kilómetros de frías aguas, y unos pocos barcos. Los misterios del mar dijo McDunn pensativamente. ¿Pensaste alguna vez que el mar es como un enorme copo de nieve? Se mueve y crece con mil formas y colores, siempre distintos. Es raro. Una noche, hace años, todos los peces del mar salieron ahí a la superficie. Algo los hizo subir y quedarse flotando en las aguas, como temblando y mirando la luz del faro que caía sobre ellos, roja, blanca, roja, blanca, de modo que yo podía verles los ojitos. Me quedé helado. Eran como una gran cola de pavo real, y se quedaron ahí hasta la medianoche. Luego, casi sin ruido, desaparecieron. Un millón de peces desapareció. Imaginé que quizás, de algún modo, vinieron en peregrinación. Raro, pero piensa qué debe parecerles una torre que se alza veinte metros sobre las aguas, y el dios-luz que sale del faro, y la torre que se anuncia a sí misma con una voz de monstruo. Nunca volvieron aquellos peces, ¿pero no se te ocurre que creyeron ver a Dios? Me estremecí. Miré las grandes y grises praderas del mar que se extendían hacia ninguna parte, hacia la nada.Oh, hay tantas cosas en el mar. McDunn chupó su pipa nerviosamente, parpadeando. Estuvo nervioso durante todo el día y nunca dijo la causa. A pesar demuestras máquinas y los llamados submarinos, pasarán diez mil siglos antes de que pisemos realmente las tierras sumergidas, sus fabulosos reinos, y sintamos realmente miedo. Piénsalo, allá abajo es todavía el año 300,000 antes de Cristo. Cuando nos paseábamos con trompetas arrancándonos países y cabezas, ellos vivían ya bajo las aguasa dieciocho kilómetros de profundidad, helados en un tiempo tan antiguo como la cola den cometa. Sí, es un mundo viejo. Ven. Te reservé algo especial. Subimos con lentitud los ochenta escalones, hablando. Arriba, McDunn apagó las luces del cuarto para que no hubiese reflejos en las paredes de vidrio. El gran ojo de luz zumbaba y giraba con suavidad sobre sus cojinetes aceitados. La sirena llamaba regularmente cada quince segundos. Es como la voz de un animal, ¿no es cierto? McDunn se asintió a sí mismo común movimiento de cabeza. Un gigantesco y solitario animal que grita en la noche. Echado aquí, al borde de diez billones de años, y llamando hacia los abismos. Estoy aquí, estoy aquí, estoy aquí. Y los abismos le responden, sí, le responden. Ya llevas aquí tres meses, Johnny, y es hora que lo sepas. En esta época del año dijo McDunn estudiando la oscuridad y la niebla, algo viene a visitar el faro.¿Los cardúmenes de peces?No, otra cosa. No te lo dije antes porque me creerías loco, pero no puedo callarás. Si mi calendario no se equivoca, esta noche es la noche. No diré mucho, lo verás tú mismo. Siéntate aquí. Mañana, si quieres, empaquetas tus cosas y tomas la lancha y sacas el coche desde el galpón del muelle, y escapas hasta algún pueblito del mediterráneo y vives allí sin apagar nunca las luces de noche. No te acusaré. Ha ocurrido en los últimos tres años y sólo esta vez hay alguien conmigo. Espera y mira. Pasó media hora y sólo murmuramos unas pocas frases. Cuando nos cansamos desesperar, McDunn me explicó algunas de sus ideas sobre la sirena. Un día, hace muchos años, vino un hombre y escuchó el sonido del océano en lactosa fría y sin sol, y dijo: Necesitamos una voz que llame sobre las aguas, que advierta a los barcos; haré esa voz. Haré una voz que será como todo el tiempo y toda la niebla; una voz como una cama vacía junto a ti toda la noche, y como una casa vacía cuando abres la puerta, y como otoñales árboles desnudos. Un sonido de pájaros que vuelan hacia el sur, gritando, y un sonido de viento de noviembre y el mar en la costa dura y fría. Haré un sonido tan desolado que alcanzará a todos y al oírlo gemirán las almas, y los hogares parecerán más tibios, y en las distantes ciudades todos pensarán que es bueno estar en  casa. Haré un sonido y un aparato y lo llamarán la sirena, y quienes lo oigan conocerán la tristeza de la eternidad y la brevedad de la vida. La sirena llamó. Imaginé esta historia dijo McDunn en voz baja para explicar por qué esta criatura visita el faro todos los años. La sirena la llama, pienso, y ella viene...Pero... interrumpí.Chist... ordenó McDunn. ¡Allí!Señaló los abismos. Algo se acercaba al faro, nadando. Era una noche helada, como ya dije. El frío entraba en el faro, la luz iba y venía, y la sirena llamaba y llamaba entre los hilos de la niebla. Uno no podía ver muy lejos, ni muy claro, pero allí estaba el mar profundo moviéndose alrededor de la tierra nocturna, aplastado y mudo, gris como barro, y aquí estábamos nosotros dos, solos en la torre, y allá, en seguida, desde la superficie del mar frío salió una cabeza, una cabeza grande, oscura, de ojos inmensos, y luego un cuello. Y luego... no un cuerpo, sino más cuello, y más. La cabeza se alzó doce metros por encima del agua sobre un delgado y hermoso cuello oscuro. Sólo entonces, como una islita de coral negro y moluscos y cangrejos, surgió el cuerpo desde los abismos. La cola se sacudió sobre las aguas. Me pareció que el monstruo tenía unos veinte o treinta metros de largo. No sé qué dije entonces, pero algo dije. Calma, muchacho, calma murmuró McDunn.¡Es imposible! exclamé. No, Johnny, nosotros somos imposibles. Él es lo que era hace diez millones de años. No ha cambiado. Nosotros y la Tierra cambiamos, nos hicimos imposibles. Nosotros. El monstruo nadó lentamente y con una gran y oscura majestad en las aguas frías. La niebla iba y venía a su alrededor, borrando por instantes su forma. Uno de los ojos del monstruo reflejó nuestra inmensa luz, roja, blanca, roja, blanca, y fue como un disco quien lo alto de una mano enviase un mensaje en un código primitivo. El silencio del monstruo era como el silencio de la niebla. Yo me agaché, sosteniéndome en la barandilla de la escalera    .                                                                                                                                 












RETRATO DEL ARTISTA ADOLESCENTE


RETRATO DEL ARTISTA
ADOLESCENTE

v  AUTOR. James Joyce
v  GENERO. Narrativo
v  ESPECIE. Novela
v  IDEA PRINCIPAL. La adolescencia como tema central
v  IDEA SECUNDARIA. Problemas que suceden en la vida cotidiana de un adolescente tanto en el colegio como en la casa.
v  PERSONAJES.
·         PRIMARIOS: Stephen Dedalus, Simón Dedalus
·         SECUNDARIOS: Dante, Míster Dedalus, El Padre Dolan, Fleming

RESUMEN
Stephen Dedalus es un niño al que le gusta escuchar los cuentos de su padre, Simón Dedalus. Disfruta de su aún corta vida y se asombra con las muchas cosas nuevas que la misma vida va poniendo ante sus ojos. Llegado el tiempo de asistir a la escuela, es matriculado en Clongowes Wood, un colegio jesuita para jóvenes de familias adineradas. Un día, durante un peligroso juego entre compañeros, Stephen es empujado hacia una fosa por Wells, lo que más adelante le hará caer enfermo y pasar una noche en la enfermería. Allí sueña con su propia muerte y sus consecuencias, bajo la imagen de Parnell, radical personaje político irlandés de principios del siglo XX.
Llega la época navideña y los alumnos tienen permiso para retornar a sus hogares. La tranquilidad hogareña durante las festividades, tratada en tono convencional, se ve interrumpida por las diferencias surgidas entre la tía de Stephen, Dante, una mujer sumamente cristiana que apoya a la iglesia, y Mister
Dedalus, quien se muestra contrario a la misma y a su influencia sobre la sociedad. De regreso en Clongowes, un día, durante la clase de latín, Fleming, compañero de clases, es castigado físicamente por el padre Dolan por desconocer la respuesta a una pregunta concreta. Stephen, quien estaba exento de las tareas por haber roto los lentes, es también castigado siendo acusado de ocioso y mentiroso. Sus compañeros le alientan a quejarse al rector por haberse cometido una injusticia al castigarlo sin motivo. Ante la insistencia de aquéllos, enfrentándose a su vergüenza, transmite sus quejas al rector, quien las acepta parcialmente. De regreso, es ovacionado por sus compañeros.
La economía familiar decae, Stephen tiene que dejar la escuela y mudarse a Dublín. Este cambio le hace sentir mayor libertad puesto que tiene permitido andar por las calles de la ciudad. Stephen, durante una fiesta, conoce a una niña de quien siente enamorarse, pero tras un viaje en tranvía, en el que van juntos, no se presentan mayores situaciones a pesar de las demostraciones de interés de la joven, puesto que él no se siente con valor. Finalmente, Stephen es matriculado en el colegio Belvedere donde conoce a Heron, compañero de clases con quien no llevará una buena relación, máxime por sus diferencias en términos literarios.        
Transcurre el tiempo y, en un concurso literario, Stephen es elegido ganador, lo que le hace merecedor de una cierta suma de dinero, la cual gasta rápidamente en banalidades. Su crecimiento como adolescente lo lleva, inevitablemente, a los deseos carnales. Él, debido a su poca resistencia y a sus ganas de aplacar esas sensaciones, contrata a una prostituta, dado que la autosatisfacción ya no le era suficiente. La escuela, en honor al santo que veneraban, organiza un retiro al que deben asistir todos los alumnos. Durante el mismo, las palabras del padre sobre el pecado y las terribles torturas infernales que acarrea cometerlo, asustan a Stephen, haciéndolo sentirse miserable, impuro y poco humano. Arrepentido y como parte del retiro, va a confesarse, pero fuera de la escuela, pues se sentía muy avergonzado por sus actos. Después de la confesión, aliviado, decide cambiar su modo de vida y comprometerse con la vida religiosa.
Su radical cambio consiste en acatar una por una las reglas a las que debía ceñirse todo buen cristiano según la Biblia, y su penitencia por los pecados cometidos es privar a sus sentidos y a su cuerpo de los placeres fundamentales. De esta manera, da en comer sólo lo necesario, nunca por placer y suele consumir lo que le sea desagradable a manera de autocastigo; lleva a cabo prácticas similares con sus otros sentidos. Sin embargo, a pesar de sus intentos, lo martiriza saber que nunca va a poder librarse del todo de los pecados que comete. Mientras tanto, en su vida escolar también ha surgido un cambio,
lo cual llama la atención del rector de Belvedere, quien decide instruirlo para que sirva a la iglesia, pero Stephen no muestra mucho interés en el tema. Luego de esta conversación y de pensarlo mucho, Stephen descubre la infelicidad que le depara esa vida llena de religiosidad, todo lo cual termina por parecerle absurdo, y se aleja de la religión.
Pasa el tiempo, y la trama nos sitúa ahora en su vida universitaria. El Stephen universitario es una persona más madura e instruida que comienza a descubrir sus dotes literarias. En esta etapa, es considerado un alumno «revolucionario», como le dice McCann, compañero de estudios con quien no comparte opiniones. Sus amistades más cercanas son Davin, Cranly y Lynch. El segundo será de entre los tres con quien mantiene mayor cercanía y confianza, por lo que le confía su relación con su madre, quien quería que aceptara el servicio religioso, y cómo él se niega a complacerla. Con Lynch, más bien comparte sus experiencias intelectuales.
Stephen, celoso, deja de asistir a la clase de irlandés al descubrir a su amada coqueteando con el padre encargado del curso. Pero, enamorado, termina por aceptar aquel suceso para continuar amándola en secreto. En este proceso decide ponerse a escribir y la novela culmina con un viaje a París, en el que el protagonista toma la decisión de desarrollar sus facultades de escritor, superando el retraimiento que lo había anquilosado
Dedalus, quien se muestra contrario a la misma y a su influencia sobre la sociedad. De regreso en Clongowes, un día, durante la clase de latín, Fleming, compañero de clases, es castigado físicamente por el padre Dolan por desconocer la respuesta a una pregunta concreta. Stephen, quien estaba exento de las tareas por haber roto los lentes, es también castigado siendo acusado de ocioso y mentiroso. Sus compañeros le alientan a quejarse al rector por haberse cometido una injusticia al castigarlo sin motivo. Ante la insistencia de aquéllos, enfrentándose a su vergüenza, transmite sus quejas al rector, quien las acepta parcialmente. De regreso, es ovacionado por sus compañeros.
La economía familiar decae, Stephen tiene que dejar la escuela y mudarse a Dublín. Este cambio le hace sentir mayor libertad puesto que tiene permitido andar por las calles de la ciudad. Stephen, durante una fiesta, conoce a una niña de quien siente enamorarse, pero tras un viaje en tranvía, en el que van juntos, no se presentan mayores situaciones a pesar de las demostraciones de interés de la joven, puesto que él no se siente con valor. Finalmente, Stephen es matriculado en el colegio Belvedere donde conoce a Heron, compañero de clases con quien no llevará una buena relación, máxime por sus diferencias en términos literarios.
Transcurre el tiempo y, en un concurso literario, Stephen es elegido ganador, lo que le hace merecedor de una cierta
suma de dinero, la cual gasta rápidamente en banalidades. Su crecimiento como adolescente lo lleva, inevitablemente, a los deseos carnales. Él, debido a su poca resistencia y a sus ganas de aplacar esas sensaciones, contrata a una prostituta, dado que la autosatisfacción ya no le era suficiente. La escuela, en honor al santo que veneraban, organiza un retiro al que deben asistir todos los alumnos. Durante el mismo, las palabras del padre sobre el pecado y las terribles torturas infernales que acarrea cometerlo, asustan a Stephen, haciéndolo sentirse miserable, impuro y poco humano. Arrepentido y como parte del retiro, va a confesarse, pero fuera de la escuela, pues se sentía muy avergonzado por sus actos. Después de la confesión, aliviado, decide cambiar su modo de vida y comprometerse con la vida religiosa.        
Su radical cambio consiste en acatar una por una las reglas a las que debía ceñirse todo buen cristiano según la Biblia, y su penitencia por los pecados cometidos es privar a sus sentidos y a su cuerpo de los placeres fundamentales. De esta manera, da en comer sólo lo necesario, nunca por placer y suele consumir lo que le sea desagradable a manera de autocastigo; lleva a cabo prácticas similares con sus otros sentidos. Sin embargo, a pesar de sus intentos, lo martiriza saber que nunca va a poder librarse del todo de los pecados que comete. Mientras tanto, en su vida escolar también ha surgido un cambio, lo cual llama la atención del rector de Belvedere, quien decide instruirlo para que sirva a la iglesia, pero Stephen no muestra mucho interés en el tema. Luego de esta conversación y de pensarlo mucho, Stephen descubre la infelicidad que le depara esa vida llena de religiosidad, todo lo cual termina por parecerle absurdo, y se aleja de la religión.
Pasa el tiempo, y la trama nos sitúa ahora en su vida universitaria. El Stephen universitario es una persona más madura e instruida que comienza a descubrir sus dotes literarias. En esta etapa, es considerado un alumno «revolucionario», como le dice McCann, compañero de estudios con quien no comparte opiniones. Sus amistades más cercanas son Davin, Cranly y Lynch. El segundo será de entre los tres con quien mantiene mayor cercanía y confianza, por lo que le confía su relación con su madre, quien quería que aceptara el servicio religioso, y cómo él se niega a complacerla. Con Lynch, más bien comparte sus experiencias intelectuales.
Stephen, celoso, deja de asistir a la clase de irlandés al descubrir a su amada coqueteando con el padre encargado del curso. Pero, enamorado, termina por aceptar aquel suceso para continuar amándola en secreto. En este proceso decide ponerse a escribir y la novela culmina con un viaje a París, en el que el protagonista toma la decisión de desarrollar sus facultades de escritor, superando el retraimiento que lo había anquilosado
Dedalus, quien se muestra contrario a la misma y a su influencia sobre la sociedad. De regreso en Clongowes, un día, durante la clase de latín, Fleming, compañero de clases, es castigado físicamente por el padre Dolan por desconocer la respuesta a una pregunta concreta. Stephen, quien estaba exento de las tareas por haber roto los lentes, es también castigado siendo acusado de ocioso y mentiroso. Sus compañeros le alientan a quejarse al rector por haberse cometido una injusticia al castigarlo sin motivo. Ante la insistencia de aquéllos, enfrentándose a su vergüenza, transmite sus quejas al rector, quien las acepta parcialmente. De regreso, es ovacionado por sus compañeros.
La economía familiar decae, Stephen tiene que dejar la escuela y mudarse a Dublín. Este cambio le hace sentir mayor libertad puesto que tiene permitido andar por las calles de la ciudad. Stephen, durante una fiesta, conoce a una niña de quien siente enamorarse, pero tras un viaje en tranvía, en el que van juntos, no se presentan mayores situaciones a pesar de las demostraciones de interés de la joven, puesto que él no se siente con valor. Finalmente, Stephen es matriculado en el colegio Belvedere donde conoce a Heron, compañero de clases con quien no llevará una buena relación, máxime por sus diferencias en términos literarios.
Transcurre el tiempo y, en un concurso literario, Stephen es elegido ganador, lo que le hace merecedor de una cierta
suma de dinero, la cual gasta rápidamente en banalidades. Su crecimiento como adolescente lo lleva, inevitablemente, a los deseos carnales. Él, debido a su poca resistencia y a sus ganas de aplacar esas sensaciones, contrata a una prostituta, dado que la autosatisfacción ya no le era suficiente. La escuela, en honor al santo que veneraban, organiza un retiro al que deben asistir todos los alumnos. Durante el mismo, las palabras del padre sobre el pecado y las terribles torturas infernales que acarrea cometerlo, asustan a Stephen, haciéndolo sentirse miserable, impuro y poco humano. Arrepentido y como parte del retiro, va a confesarse, pero fuera de la escuela, pues se sentía muy avergonzado por sus actos. Después de la confesión, aliviado, decide cambiar su modo de vida y comprometerse con la vida religiosa.
Su radical cambio consiste en acatar una por una las reglas a las que debía ceñirse todo buen cristiano según la Biblia, y su penitencia por los pecados cometidos es privar a sus sentidos y a su cuerpo de los placeres fundamentales. De esta manera, da en comer sólo lo necesario, nunca por placer y suele consumir lo que le sea desagradable a manera de autocastigo; lleva a cabo prácticas similares con sus otros sentidos. Sin embargo, a pesar de sus intentos, lo martiriza saber que nunca va a poder librarse del todo de los pecados que comete. Mientras tanto, en su vida escolar también ha surgido un cambio,
lo cual llama la atención del rector de Belvedere, quien decide instruirlo para que sirva a la iglesia, pero Stephen no muestra mucho interés en el tema. Luego de esta conversación y de pensarlo mucho, Stephen descubre la infelicidad que le depara esa vida llena de religiosidad, todo lo cual termina por parecerle absurdo, y se aleja de la religión.      
Pasa el tiempo, y la trama nos sitúa ahora en su vida universitaria. El Stephen universitario es una persona más madura e instruida que comienza a descubrir sus dotes literarias. En esta etapa, es considerado un alumno «revolucionario», como le dice McCann, compañero de estudios con quien no comparte opiniones. Sus amistades más cercanas son Davin, Cranly y Lynch. El segundo será de entre los tres con quien mantiene mayor cercanía y confianza, por lo que le confía su relación con su madre, quien quería que aceptara el servicio religioso, y cómo él se niega a complacerla. Con Lynch, más bien comparte sus experiencias intelectuales.          
Stephen, celoso, deja de asistir a la clase de irlandés al descubrir a su amada coqueteando con el padre encargado del curso. Pero, enamorado, termina por aceptar aquel suceso para continuar amándola en secreto. En este proceso decide ponerse a escribir y la novela culmina con un viaje a París, en el que el protagonista toma la decisión de desarrollar sus facultades de escritor, superando el retraimiento que lo había anquilosado
COMENTARIO
En la manera en que esta escrito el libro al principio es algo confuso y desalienta a leerlo, conforme fui avanzando trate de tomarle el hilo, es una historia muy buena y atractiva para todo publico ya que el tema que trata es muy interesante y admito que llegue a identificarme con Stephen aunque no fue mucho de mi agrado. No hay gran variedad de personajes, pienso que solo los mencionan para que el personaje pueda desarrollar sus sentimientos ya que de ninguno se habla tan bien como para conocer su manera de ser o de poder tomarlos tal como personajes. La idea de que Stephen era un niño que veía al mundo desde otra expectativa es de lo que mas me agrado en la historia

TODAS LAS ALMAS


TODAS LAS ALMAS

ü  AUTOR. Javier Marias
ü  GENERO.
ü  ESPECIE
ü  IDEA PRINCIPAL.
ü  IDEA SECUNDARIA.
ü  PERSONAJES.
·         PRIMARIOS
·         SECUNDARIOS
ü  RESUMEN

Comienza con una adolecente llamada Ana de tan solo dieciséis años de edad, la cual quería y deseaba ser popular, brillante y atractiva. Tenía un hermano que era tres años mayor que ella llamado Carlos, estudiaba la facultad e iba todos los sábados con sus amigos y su hermana. En el taller de literatura había cierto chico llamado Tony, el cual le gustaba a Ana, ella deseaba que Tony se fijara en ella, pero Ana no se atrevía ni a dirigirle la palabra. Un día, Ana se encontraba en una tienda de perfumes. ³Entró a la tienda tan nerviosa como si fuera a cometer un atraco a punta de pistola´ Ana estaba realmente nerviosa en esta situación. Le llamó la atención un frasco pequeño y rojo, el cual solamente tenía escrito la palabra ³incitación´ Ana decidió robar aquel frasco, ella estaba nerviosa, pues era la primera vez que hacia tal cosa. Ana se guardó el perfume bajo la ropa, solamente le faltaba salir de aquella tienda tan discreta como pudiese, pero se dio cuenta que un muchacho alto y muy delgado, la observaba fijamente y observaba todos sus movimientos, Ana entonces se dio cuenta de que aquel muchacho se había dado cuenta de lo que había hecho y de lo que quería hacer ³Ni se te ocurra acercarte capullo´ fue lloque Ana le dijo. El muchacho comenzó a acercarse a Ana ³¿Quieres acompañarme? Sete ha olvidado pagar algo´ Ana entonces pago el perfume. Cuando llego a su casa con aquel frasco, Ana enojada decidió abrirlo, se dio cuenta que era raro porque no tenía etiqueta ni la marca del fabricante, cuando lo abrió, comenzó a salir humo del frasco inundando toda su habitación, Ana asustada comenzó a ver entre el humo una pequeña figura, Ana contuvo el grito por si a su mama se le ocurría entrar a su habitación. Ana le pregunto a aquella figura extraña que, quien era ³¡Sorpresa, sorpresa!´ dijo aquella, le dijo que era un genio y que podía concederle tres deseos pero después de pedir un deseo, el anterior iba a desaparecer. El genio le dijo a Ana que meditara, formulara y pensara muy bien sus tres deseos. ³Ana, la comida ya está lista, baja antes de que se enfríe´ La mamá de Ana ya la estaba llamando.
Ana le pidió al genio que se quedara dentro de la botella en lo que hacia sus deberes, el genio se metió en el frasco y Ana lo guardó en un cajón. Conchi, que era la mamá de Ana estaba separada del padre de Ana, y su hermano Carlos vivía con él. Conchi   le pidió a Ana que la acompañara a una cena muy especial que tenía con su prometido Rubén, ahí iban a estar la madre de Rubén y otras personas importantes para ella. Ana no se sentía muy cómoda en la mesa estando con aquellas personas, especialmente por la madre de Rubén que se esforzaba en ridiculizar a Ana enfrente de todos. Poco después Ana decidió volver a abrir el frasco y tomar su primer deseo, el cual fue ser más brillante e inteligente. Al día siguiente Ana no sentía cambio alguno, le dijo al genio que su deseo no había funcionado pues no se sentía diferente, le decía que todo le parecía aburrido, que su día había sido el más aburrido de todos, incluso con su mejor amiga Lorena comenzó a ligar con algunos chicos de su escuela y le parecían muy chicos para ella aun que eran de su misma clase. ³¿Y no te habrán parecido porque ahora eres más exigente?´ Fue lo que el genio le dijo y Ana comenzó a tener la brillante idea de que ahora Tony, el chico que degustaba, se iba a fijar en ella por su inteligencia, pero se puso a pensar que muchas veces los niños se fijan en el físico y no en cómo son las personas y se dio cuenta de que muchas veces ser más brillante e inteligente no era la felicidad. Ana decidió tomar su segundo deseo, después de haber tenido una larga charla con su padre. Ana le había planteado la pregunta a su padre de, que haría si tuviera la oportunidad depedir tres deseos y los cuales fueran cumplidos, ³Amor, dinero y salud´ fue lo que el padrede Ana respondió, ³El amor es fundamental y necesario, el dinero es algo muy superficialpero si careces de él puede ser un gran problema y la salud toda la vida la necesitarás´Ana entonces pensó que pedir ser más atractiva iba a ser algo muy superficial.Llegando a su casa se puso a pensar que ella había nacido en un mundo muy superficial,y no importaba si pedía ese deseo. Entonces abrió el frasco y salió el genio, pidiéndoleentonces su segundo deseo, ella pidió ser más atractiva pero siendo ella misma para ser discreta y que sus padres, su hermano Carlos y su mejor amiga Lorena no fuesen asospechar.Al día siguiente, era sábado y Ana decidió ir al taller con su hermano, Ana llevaba puestoun lindo vestido corto de tirantes, el cual le asentaba muy bien, todos en el taller laobservaban con interés, pero Ana no lograba nada por parte de Tony. Ana se dio cuentade que le gustaba a Juan que era muy amigo de su hermano, pero a ella no le importabaotro chico aun que Juan era guapo.Ana entonces entró al baño, cuando salió se topó con Tony, fue ahí entonces en dondepor primera vez en su vida mantuvo una conversación con él, aun que muy corta. 
Después de unos días Ana y Tony se encontraron en una fiesta, platicaron como nuncaantes, ³Me gustas´ fue lo que Ana le dijo a Tony, el respondiéndole lo mismo y la besó.Ese había sido el mejor día que había tenido Ana.Ana comenzaba a desesperarse, pues no recibía llamada alguna de Tony ni lo había vistoen el taller. Ana habló con su hermano y Carlos le dijo ³Adivina quién me pregunto por tihoy en el taller, y le pasé tu numero de celular por si no te molesta´ Ana emocionadapreguntó quien había sido aquella persona. Carlos le dijo que había sido Juan.Ana comenzó a recibir llamadas de Juan invitándola a salir y Ana se negaba. Un día Juanse decidió a llamarle invitándola a un concierto, él ya había comprado las entradas, y Anasolo accedió porque sabía que quienes tocaban en el concierto era el grupo favorito deTony y estaba casi segura de que él iba a estar ahí.Llegando al concierto Ana estaba muy pendiente por si veía a Tony, entre la gente lo viode repente, Ana observo que iba con una chica pegada a su brazo, entonces vio que Tonyla besaba en el cuello, justo como la había besado a ella en aquella fiesta. Anadecepcionada se despidió de Juan y decidió irse, fue entonces que Juan se dio cuenta dela razón por la que Ana salió de ahí, Juan corrió tras de ella y Ana le pidió que la dejarasola, Ana sin poder contener las lagrimas se fue decepcionada.Unos días después, Tony llamó a Ana, le hacía preguntas simples, Ana era indiferentecon él.Ana entonces decidió tomar su tercer deseo, tomo el frasco y lo abrió, pero Ana no supoformular bien su deseo y cuando menos lo espero ella estaba en el cuerpo de su hermanoy su hermano en el de ella. Carlos asustado fue a preguntarle a Ana que era lo queestaba ocurriendo, Ana sin poder decirle la verdad, le dijo que no sabía lo que estabapasando, le pidió a su hermano que se quedara ese día en su habitación y le diera tiempopara resolver el problema, Carlos accedió a el favor.Juan le llamo al supuesto Carlos que en realidad era Ana, pidiéndole que fuera a su casaa hacer un trabajo de la escuela, Ana en el cuerpo de Ana se negó, entonces Juan le dijoque fuera un rato porque tenía algo importante que comentarle, entonces Ana accedió.Ana estaba nerviosa y trataba de comportarse como su hermano repitiéndose ella mismauna y otra vez en su cabeza ³soy mi hermano, soy mi hermano´Al llegar a casa de Juan, comenzaron a hablar, Ana casi no hablaba por los nervios yporque no quería que Juan sospechara algo, ya que era muy amigo de su hermano.Juan comenzó a decirle que le encantaba una niña que era muy especial y la queríamucho, le dijo que esa niña era su hermana Ana, le contó sobre el día que habían ido aaquel concierto, le dijo que Ana estaba perdidamente enamorada de Tony, y había salidodecepcionada porque Tony había ido con una niña de la facultad la cual le coqueteaba atodos los niños de la facultad, Juna había hablado con Tony, justamente cuando Ana sefue del concierto la chica de alado de Tony estaba distraído y Juan se quedo con Tony,Tony le dijo a Juan preguntándose por aquella hermosa niña, refiriéndose a Ana.Entonces Tony se despidió y le dijo que se quedara con la chica que iba, pues ya no

quería estar con ella. Juan le decía a el supuesto Carlos que su hermana le encantaba,que era una niña especial que era toda una princesa. Ana sin poder hacer nada, tratabade comportarse como su hermano. Entonces se despidieron y Ana se fue, pensandomuchas cosas sobre aquella plática con Juan.Ana llego a su casa y tubo una idea, el deseo solo se revertía si otra persona robaba elfrasco con el genio y pedía un deseo, Ana le pidió a Carlos que le llamara a Elena y lainvitara a la casa, pues Ana pensó en la idea de decirle a Elena la razón por la cual eramás atractiva, popular y los niños se fijaban más en ella, pensó en decirle la gran mentirade que su papá había llegado de Paris y le había traído unos frascos pequeños y rojos con un perfume especial que hacían que fueras más atractiva, pero solo estaban a la venta en París, por la razón de que aún están viendo las funciones de aquel perfume yestá a prueba para poder ponerlo a la venta en otras partes del mundo, Entonces Carlos yAna se saldrían de la habitación y dejarían sola a Elena en la habitación, dejándole asimple vista aquel frasco pequeño y rojo para que le diera tentación y poderlo robar.La brillante idea de Ana funcionó.Carlos y Ana esperaron unas horas, en cuanto menos se lo esperaron cada quien ya teníasu propio cuerpo.Ana pensando en todo lo que había pasado y en la conversación que había tenido conJuan, Ana decidió llamarle y pedirle unas disculpas por haber sido tan grosera con él en elconcierto, y entonces decidieron salir. Ana se dio cuenta de que Juan era la personaindicada para ella.Fueron a la cafetería en donde Carlos y Ana solían ir todos los sábados antes de ir altaller, Ana entonces vio pasar a Elena con un chico muy guapo y atractivo a su lado, Anase ahora sabía cuál había sido el primero deseo de su amiga.





En busca del tiempo perdido


EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
ü  AUTOR. Marcel Proust
ü  GENERO.
ü  ESPECIE
ü  IDEA PRINCIPAL.
ü  IDEA SECUNDARIA.
ü  PERSONAJES.
·         PRIMARIOS: el narrador, su madre, su abuela, Albertine Simonet
·         SECUNDARIOS : Swan, Odette y Gilbertine, Robert de Saint- Loup
ü  RESUMEN
POR EL CAMINO DE SWAM

El narrador comienza refiriéndose a la sensibilidad especial que su mente adquiere en duermevela, al despertarse media hora después de haber dormido.
La mente tarda un tiempo en asentarse y saber en donde esta y en que circunstacias. Las cosas tardan en aparecerse en su normalidad dan la impresión de que bailan. Se centra incluso tal vez la movilidad es su estado natural y es nuestro angel bueno de la certidumbre lo que las imnmoviliza para nuestra conveniencia “esa inmovilidad de las cosas que nos rodean acaso es una cualidad que nosotros las imponemos con nuestra conveniencia de que una de ellas son esas cosas , y nada mas que esas cosas, con la inmovilidad que tomas nuestro pensamiento frente a ellas”
En ese estado , sus posturas en la cama mientras intenta ubicarse le recuerda recuerdan a las diferentes camas que ha dormido en su vida.
La conciencia que ha recordado las cams de la infancia, parece querer quedarse en esa época de su vida y el autor comienza a recordar sus días de infancia en la residencia veraniega de combray con su familia, típica burguesa, aislada por rigidos convencionalismos de las otras de su clase. Casi el único visitante que tenían era su vecino Swan y este venia solo porque era un poco marginal, ya que su mujer habrá sido de jóvenes de costumbre ligeras; “saci un cocote” y tanto ella como la hija de ambos están mal vistas.
El narrador recuerda, unidos a las visitas de swann, los miedos que le asaltaban cuando llegba la hora de separarse de su mama e irse a acostar y la reprimiendo que sabia que pendia sobre el si se dejaba vencer por los nervios.
Recuerda que una vez que estaba nervioso y su madre atendia a la visita de Swam escribió una nota para que la servidumbre se la hiciera llegar cuando la visita se fue , la madre sufrio enfadada aunque su padre se mostro comprensivo y convencio  a la madre de que se quedara a dormir con el y por su debilidad se considero enfermedad y no falta.
En ese momento era prácticamente su único recuerdo racional de la infancia. Para el es inútil invocar recuerdos de una manera racional. El tiempo pasado estaría básicamente perdido como lo están según la leyenda celta las almas de los seres queridos los cuales sufren prisión por ser inferior hasta que el ser querido entra en posesión del objeto que las sirve de cárcel.